Cuando escuchas al presidente decir esa frase, te parece un chiste… pero no lo es.

Hace unos días corrían las imagenes que habitualmente vemos en el noticiero. Entre reuniones y burós, que nada tienen que ver con la dinámica de los cubanos en momentos tan tensos con la covid-19, una frase me hizo detenerme.
El presidente cubano en una reunión, concluía que debemos “ordenar el ordenamiento”. La frase, tan lapidaria como gris, fué un puntapié en el oido. ¿Qué ha pasado? (pregunta retórica)
Después de años de trabajo se desata un proceso que, visto desde fuera, parece todo menos ordenado. Corría el mes de octubre cuando los primeros cartuchos explotaron. El bombardeo mediático, en ocasiones reiterativo, otras convincente, dejaba ver la inmediatez de una medida esperada como ¿salvadora? por muchas personas en la isla. Se comenzó a especular cuando sería la llegada del famoso día 0. Pero tal como se dijo, ese momento coincidiría con el día 1ro de un mes.
Noviembre tenía todas las papeletas, pero había algo más. El día 4 eran las elecciones de Estados Unidos y seguramente lo que allí sucedió determinó el camino a seguír (no es lo mismo la guitarra que el violín). Así sucedió que un buen jueves, como nos tienen acostumbrados los principales dirigentes cubanos, se destapó la caja de pandora e informaron que comenzaba la “Tarea ordenamiento”.
El anuncio enseguida impactó en la vida de todos. Los primeros síntomas fueron el alza de los precios y el rechazo del hasta ese momento vigente CUC. Las empresas fueron requeridas de entregar al Ministerio de Finanzas sus precios certificados, solicitar préstamos al banco para pagar el anticipo prometido etc.
Lo vivido en esos días solo puede expresarse en un término cubanísimo, que las normas editoriales no me permiten mencionar. A medida que se acercaba el primero de enero, crecía la tensión. Comenzaron a aparecer los que no entendían lo que estaba pasando, los que, a cuenta de calculadora aseguraban quedar desprotegidos. Los teóricos de las reformas salieron a hacer gala de conocimiento de lo que nadie, y recalco esto último, nadie, había vivido en Cuba.
Ay ordenamiento…como tú me desordenas!!!
Era gracioso ver como mientras algunos se empeñaban en demostrar que aunque se hiciera cualquier cosa el sistema estaba en camino a la crisis, la mayoría de los cubanos estaban inmersos en lo que en realidad importaba, tener la despensa de la casa con un mínimo de provisiones. Aún así titulares sensacionalistas llenaban las pantallas de los moviles en redes sociales. Los memes, convertidos en la caricatura cubana del siglo 21, tenían incluso versiones.
Y llegó el momento cumbre para calcular el costo de la vida. Las empresas estatales comenzaron a publicar sus tarifas. Voy a hacer mención solo a dos ejemplos por su notoriedad.

En la inmensa mayoría de las empresas se entendieron algunos conceptos básicos del ordenamiento, aunque siempre hay que ajustar cosas. En el caso de la heladería Coopelia, no. Sus precios fueron más que escandalosos, de burla. Las críticas desde la Habana se hicieron sentir en todas las redes sociales. No era lo que se esperaba. Subir los precios era una cosa, pero en Coopelia estaban vendiendo un robo sin violencia. Tuvo que intervenir el consejo de defensa de la capital para calmar ánimos. Finalmente el precio actual no es el más cómodo a la realidad de los bolsillos, pero se quedó.
Luego vino lo que nadie se esperaba, Coopelia era solo el trailer. El tarifazo de la electricidad, con sus miles de pesos por consumo de energía causó estragos en la mente de todos. Mil y un argumentos, lógicos en su mayoría, fueron expuestos por los implementadores de la medida. Sin embargo, fue tan negativo el impacto de la propuesta en todos los territorios del país, que tuvo que intervenir el mismo Jefe de la comisión de Implementación para, sacando dinero por déficit presupuestario, subsidiar una parte del consumo de electricidad.
¿Se han preguntado el por qué de los precios?¿Es que acaso los empresarios cubanos son completamente indolentes y egoístas?¿ Suspendieron acaso asignaturas como matemáticas?¿Carecen de sentido común?

La cuestión radica en la deformación estructural que tiene la economía cubana a todos sus niveles. La mentalidad presupuestada de nuestros empresarios hace que hoy muchas entidades sean poco rentables. Plantillas ineficientes donde se reparten “cargos” y no roles, poca visión en cuanto al trabajo con los distintos tipos de públicos a los que se le imponen opciones sin un estudio de la demanda y la capacidad de compra, y lo más importante que se debe tener en consideración para cualquier negocio, la meta siempre debe estar en la disminución de los costos de producción lo cual no se percibe que se tenga en cuenta.
Ello se une a un ambiente monopólico y de competencia desleal. Cito solo dos ejempos: ¿Existen opciones para la contratación de servicios telefónicos o de navegacion a internet?¿Podemos ubicar con otro proveedor de electricidad, que no sea la UNE?¿Por qué satanizar la competencia económica?¿Que existan varios actores niega que sean públicos?¿Son y deben ser todas las empresas de servicios públicos estatales?¿Qué servicios puede dar una empresa privada cubana de cara a una resposabilidad social? Son solo dudas, con, hasta este punto, pocas respuestas.
Mientras estos eventos se dan, el dolar sigue ganando espacio en el mercado informal. A pesar de que el país determinó que su precio debía estar fijado a 24 pesos, la realidad es que el precio “WhatsApp” es el que rige la tasa de cambio. De 35 pesos a principios de año ya está en 45 y sigue con tendencia al ascenso. Su valor seguirá aumentado en la medida en que las restricciones de viajes aumenten y mientras sean las tiendas en MLC el único espacio en el cual se adquieren determinados productos.
Si bien no discrepo con el concepto de las tiendas en MLC (que sean una opción), no me satisface que sean “la opción”. Aunque no es una política de choque, si puede ser vista como una de emergencia, que debe terminar en algún punto según dijo el propio ministro de economía. Y en tanto la gran economía se ordena, quedan varios cuestionamientos en el aire: si se aplican políticas de emergencia, por qué no considerar una medida de emergencia la existencia de determinadas formas productivas privadas que deben tener un marco de legalización que aún no existe, pero generan productos necesarios.
Conversando con un amigo (empresario) se nos impuso una duda que llevó a la siguiente reflexión: la vida cambió. El dinero en circulación es finito. Ahí está el regulador de la economía, ese es el que está llamando a ordenar las finazas. No es posible multiplicar los precios por 24, porque no hay una masa de capital para sostener ese cambio. Las intituciones tienen presupuestos grandes en números, que en la vida económica actual tienen menos capacidad de adquisición que lo que tenían anteriormente. Por eso, si antes un TCP contratado por una instución que cobraba 500 cuc por un mantenimiento de un aire acondicionado, hoy ese precio no podrá ser el mismo, pues no se le podrán pagar 12 mil pesos por 4 horas de trabajo. Incluso existiendo la voluntad, simplemente, no hay dinero.
Se impone entonces no caer en el limbo de “desatar” las fuerzas productivas a través de la imposición de esquemas de trabajo. Más alla de un marco regulario básico, la economía cubana necesita repensarse tal como existe hoy. Las necesidades más acuciantes de esa economía las está solventado la población que aporta las divisas frescas y que ve limitada sus opciones de satisfacer necesidades. Revertir esta tendencia parasitaria del mal funcionamiento, no es solo cuestión de golpes en la mesa, es que le va la vida al proyecto socialista. “Prosperidad y sostenibilidad” siguien siendo paradigmas de nuestro modelo.
El presidente llamó a ordenar el ordenamiento. A muchos puede haberle causado gracia el asunto. Pero se necesita ordenar el pensamiento del cubano. Se necesita desterrar de las bases de cálculo el multiplicar por 25. Se necesita pensar como empresario, pero no como monopolio, sino como chino quincallero.