(…) Pero que den paso a los que hacen los

mundos y los sueños,

las ilusiones, las sinfonías, las palabras que

nos desbaratan (…)

(Fragmento de Felices los normales de Roberto Fernández Retamar, dedicado a Antonia Eiriz)


Resulta evidente el expresionismo que emerge de las obras de Antonia Eiriz, pero su genio no posee límites.  

Sus cuadros en tonos ocres develan lo trágico, la violencia de las figuras, la teatralidad, la fuerza de las pinceladas gruesas donde destaca la escena representada. La audacia creativa y el dilema expresivo signan las creaciones de esta pintora.

Como la propia Eiriz expresase: «Un día vi todos mis cuadros juntos por primera vez en mucho tiempo. Me dije a mí misma: es una pintura que expresa el momento en el que vivo. Si un pintor puede expresar el momento en que vive, es genuino».

Sus cuadros en tonos ocres develan lo trágico, la violencia de las figuras, la teatralidad, la fuerza de las pinceladas gruesas

La travesía

Un abril de 1929 Antonia inicia su historia; hija de padres inmigrantes pobres, gallegos del norte de España, y ella la más joven de seis hermanos. Vivian en una casa humilde, de madera, construida por su padre.

Pudo haber crecido de una forma convencional como sus hermanas. Pero a la edad de dos años se enferma de polio y queda con la pierna izquierda dañada. La enfermedad la define como “diferente” y le causa dolor psíquico y físico para el resto de su vida.

En la Escuela San Alejandro entre 1951 y 1957 comienza el viaje, allí cursa estudios de pintura, dibujo y grabado. Hacia 1952 participa en su primera exposición colectiva junto a Manuel Vidal, Fayad Jamís, Guido Llinás y Antonio Vidal en el Salón de Actos de la CTC.

Su primera exposición personal la realiza en 1957, en la capitalina Iglesia de Paula. Dos años más tarde interviene en el importante Salón Anual 1959 del Museo Nacional de Bellas Artes, donde se congregan figuras decisivas en el arte de los años 60.

En el primer lustro de esa década participa en importantes eventos como la Segunda Bienal Interamericana de México y la VI Bienal de Sao Paulo, en la cual su trabajo alcanza Mención de Honor.

Obtiene primer premio en el Segundo Concurso Latinoamericano de Grabado, convocado por Casa de las Américas en 1963, al año siguiente efectúa en Galería de La Habana una de las exposiciones más importantes del momento por la calidad y fuerza del conjunto presentado.

Exhibe la impactante muestra en el espacio dedicado a El artista del mes en el Museo Nacional de Bellas Artes de La Habana.

“La anunciación”

Dos años después presenta sus obras junto a Raúl Martínez en la Casa del Lago, Universidad Nacional Autónoma de México. En 1967 participa en el XXIII Salón de Mayo de París.

Maestra de generaciones en la Escuela Nacional de Instructores de Arte de La Habana, entre 1962 y 1964. De 1965 hasta 1969, imparte clases en la Escuela Nacional de Arte (ENA) capitalina.

En la década de los 70, en su natal San Miguel del Padrón protagoniza una genuina labor comunitaria dedicada a los habitantes del reparto de Juanelo.

Preocupada por ayudar a otros a desarrollar sus destrezas y confianza, comienza a enseñar a sus vecinos a trabajar el papier maché. Más adelante, viajaría por la Isla con el fin de entrenar maestros de artesanía.

Recibe la Orden Por la Cultura Nacional, en 1981 y dos años más tarde, la Medalla “Alejo Carpentier”. En 1985 se presenta la exposición Antonia Eiriz, en el Espacio Cultural Latino-Americano, París, Francia y en 1989 se le confiere la Orden Félix Varela, la distinción más alta en el ámbito de la cultura otorgada por el Consejo de Estado de la República de Cuba.

Hacia 1991 se presenta ante el público cubano con la muestra Reencuentro y en 1994 obtiene por parte del estado neoyorkino la Guggenheim Foundation Fellowship.

Luego de su fallecimiento el Museo de Arte de Fort Lauderdale, Florida, organiza la exposición Antonia Eiriz: Tribute to a Legend, en septiembre y noviembre de 1995.

A lo largo de su vida, participa en más de 50 exposiciones colectivas dentro y fuera del país y en más de una docena de exposiciones personales. Fue marcada su influencia dentro de las generaciones de artistas posteriores.

Sus creaciones llevan un desgarramiento profundo, un dolor palpable en las miradas

Los ojos del arte

Sin lugar a dudas, Antonia resulta una pintora paradójica y controversial, con un uso de colores oscuros y lo amargo de sus pinceladas. Sus creaciones llevan un desgarramiento profundo, un dolor palpable en las miradas y expresiones de los protagonistas de sus cuadros.

Muchas de las prendas entintadas y artesanía de papier maché que uno puede encontrar en las ferias artesanales, descienden de modestas técnicas enseñadas por esta extraordinaria artista.

Antonia creía en el poder creativo de la gente, incluso si ellos mismos no se percibían como creadores». «Todo el mundo puede dibujar, crear y pintar». Antonia Eiriz, la mujer humilde y rota, pero con una magia singular en el pincel. Una artista inigualable y auténticamente cubana.

Bien la honraba Roberto Fernández Retamar:«Como en Lam tenemos un pintor de mitos, en Portocarrero uno del ritmo y en Milián uno de angustia, en Antonia Eiriz comenzamos a tener una pintora de lo trágico.

Eso es lo que Orozco fue para México, y más atrás, Goya para España. Ella pinta con un dolor que lleva en sí misma y del cual no la eximen, según su opinión, ni su bello rostro, ni su sonrisa, ni su talento. Ella pinta con furia».

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