El Ever Given ha continuado su camino tras interrumpir por casi una semana el 12 por ciento del comercio marítimo internacional y provocar pérdidas económicas estimadas en nueve mil millones de dólares por día. Sus 400 metros de largo, literal y metafóricamente hablando, se han atravesado.
Más de 321 buques se encontraban atascados este sábado a ambos lados del canal de Suez. Las imágenes satelitales han dado la vuelta al mundo, mostrando, si se quiere, nuevas luces que aguardan y se acumulan al borde del Mediterráneo y del mar Rojo cuando cae la noche.
Lo del Ever Given resulta una situación altamente excepcional, insiste el primer ministro egipcio, Mustafa Madbuli, quien sabe que en su canal se ha puesto en jaque al tiempo y que el tiempo, cuando se trata de un istmo que reduce a menos de doscientos kilómetros el comercio entre “dos mundos”, vale y brilla como el lingote que más.

Equipos de excavación han intentado dragar cerca de 20 mil metros cúbicos de arena, al tiempo que 14 remolcadores, jugando con la dirección del viento y los altibajos de mareas, desde el propio sábado comenzaban la homérica misión de “destrabar” al carguero.
El oído público internacional aún no conoce a ciencia cierta la causa de que el Ever Given, largo como cuatro campos de fútbol, varase en diagonal y se convirtiera en la noticia más surrealista y divulgada, quizás, de los últimos días.
Los principales medios de comunicación del mundo han dado cobertura diaria al barco que detuvo a otros barcos. Y todavía no se sabe o no dicen y puede que ya no digan. ¿La tormenta de arena? ¿Desperfectos técnicos? ¿” Otras cuestiones”?
El Ever Given ya flota y los remolcadores que concretaron la hazaña celebran con la insistencia estridente de sus cláxones el que tal vez resultó el trabajo de su vida. El oído público internacional no tuvo acceso a más allá de la epidermis. El oído público internacional se envaneció en las fotos satelitales, en las nuevas luces que saturan ambos bordes…
La fama es tan superficial que se va a la deriva antes de que algo nos importe tan en serio como para conocerlo a fondo. Los barcos a los que les resta océano por recorrer están condenados a la mediocridad de la omisión y eso el Ever Given lo sabe. Encalló y tuvo cámaras y luces, como todo y nada.
Solo la euforia de los remolcadores, euforia de “piratas” recios, de lobos de mar con sueño(s), nos habla de que hay algo más que quizás nunca comprendamos en su justa profundidad, quien sabe si hasta el día en que una película o un libro los reconvierta en héroes, víctimas, ¿villanos? y los rescate del olvido hacia el que ya navega el Ever Given, a la velocidad de siete nudos.