El ir y venir de cientos de personas en todas direcciones, con rumbos, metas y pensamientos distintos. Las sinfonías chirriantes de los almendrones, guaguas que siguen su camino en una amplia red por toda la Habana, algún que otro perro callejero deambulando por sus rincones… y en el centro, justo en el corazón del parque, una ceiba sembrada sobre tierra latinoamericana.
Desde que solo era un terreno cenagoso lleno de manglares hace cientos de años, ha sido testigo directo de la historia, formación de un país, ansias independentistas y del espíritu de una nación.
Millones de cubanos han recorrido sus calles… Como una especie de máquina del tiempo suspendida en el siglo XXI, el Parque de la Fraternidad se erige en el médula de la ciudad como un recuerdo de épocas antecesoras.
A fines de 1700, bajo el mandato del Capitán General Felipe de Fondesviela -Marqués de La Torre-, se destinó esta área para ejercicios militares, no es hasta 200 años después que comienzan a construirse las primeras calles por la zona que abarca el parque en la actualidad.
El gobernador Miguel de Tacón fue el encargado de delimitar el perímetro con una verja de hierro a finales del siglo XIX, considerado como su período de mayor esplendor.
Un lugar cimentado a través de largos procesos históricos que recoge en su seno parte de la idiosincrasia y tradición cubana.
La primera celebración por el Día Internacional de los Trabajadores en el país, el 1 de mayo de 1890, ocurrió allí. Los siguientes tres años fueron prohibidos los desfiles por las autoridades coloniales.
En 1896, la tierra lloraría por los hacinamientos de la población a manos del capitán general Valeriano Weyler y las tropas norteamericanas se albergaron en este terreno en los albores del nuevo siglo.
La vida agitada de los transeúntes quizás no les permita cuestionarse todo lo sucedido en ese lugar. Y es que ante la cotidianidad, los hechos de antaño pasan a ser, poco a poco, olvidados.

Pero ahí, justo en el centro de ese universo, se alza una majestuosa ceiba como matriarca de la patria que se estaba intentando construir. El 24 de febrero de 1928, con motivo de la Sexta Conferencia Internacional Americana, fue plantada sobre tierra nativa de las entonces 21 naciones del continente.
Y el llamado Campo de Marte pasó a conocerse para la posteridad como Plaza de la Fraternidad Americana, en un recordatorio de la unidad del continente como vía para el fortalecimiento de la vida, la colaboración y la cultura de América Latina.
Los próceres independentistas que custodian el lugar son memoria perenne de la significación de este sitio. Más que un parque, más que uno de los puntos céntricos de La Habana, más que un lugar, forma parte de la historia de una ciudad que ya superó los 500 años.
Con información extraída de:
“Parque de la Fraternidad Americana”. Habana Radio. (5 de febrero de 2016)
“Parque de la Fraternidad: historia y presente que deben conservarse bien”. Radio Metropolitana. (7 de abril de 2016)
“Parque de la Fraternidad Americana”. Habana Radio. (21 de enero de 2019)