Dos disparos de pistola, a corta distancia y por la espalda, efectuados por un fanático ultranacionalista isrealí, terminaron con las esperanzas de paz entre Israel y Palestina, cuando cegaron la vida del primer ministro Isaac Rabin, el 4 de noviembre 1995. En ese momento, ambas naciones habían logrado llegar al punto de mayor entendimiento en la Historia.

Dos años antes, Rabin, y Yasir Arafat, líder de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), habían firmado los Acuerdos de Oslo, que buscaban sentar las bases para la autodeterminación palestina.

Pero, aunque este acuerdo había despertado las ilusiones de muchos israelíes y palestinos que ansiaban una convivencia pacífica, al mismo tiempo desató una oleada de violencia y odio en sectores de la población del Israel. La ultraderecha no perdonaba que se cediera el control de una parte de los territorios palestinos.

Con una agresiva oposición en su contra, bajo el liderazgo del hoy primer ministro Benjamín Netanyahu, Rabin se enfrentó a una intensa campaña de descrédito para destruir su imagen ante la población israelí.

Aun así, Isaac Rabin tenía un sólido prestigio ante el pueblo de Israel. Como miembro del Partido Laborista israelí, fue elegido primer ministro en dos ocasiones, la última en las elecciones de 1992.

Había iniciado su carreta militar en el Palmaj, la unidad de élite de la Haganá, la milicia que luego se convertiría, tras la proclamación del Estado de Israel, en las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI).

Participó en la guerra árabe-israelí de 1948, como comandante de las FDI. En 1967, durante la Guerra de los Seis Días, fue jefe del Estado Mayor de un ejército que logró una rápida victoria sobre sus enemigos árabes, lo que le valió un gran prestigio. En menos de una semana, Israel derrotó a Egipto, Jordania, Siria e Irak, y capturó los territorios del Sinaí, los Altos del Golán, Gaza y Cisjordania.

Fue embajador israelí en Washington y en 1973, fue elegido diputado en la Knéset (el parlamento de Israel) por el Partido Laborista. Tras la Guerra del Yom Kipur y la renuncia de la primera ministra Golda Meir en 1974, ocupó por primera vez el cargo de primer ministro, de 1974 a 1977.

Estas experiencias lo convencieron de que la única manera de garantizar la seguridad de Israel era logrando la paz con los árabes, y entre ellos, los palestinos.  Su prestigio como militar le permitió presentar ante el pueblo israelí la posibilidad de la paz.

Reivindicado por este apoyo, y sobre las bases que se establecieron con la Conferencia de Paz de Madrid de 1991 y en los acuerdos de Camp David de 1978, se convirtió en una pieza clave para los Acuerdos de Oslo.

En 1993 se iniciaron conversaciones secretas en la capital noruega, que acabarían con la firma del primer Acuerdo de Oslo (Oslo I) en septiembre de ese mismo año en la Casa Blanca, en presencia del presidente William Clinton.

En 1994, Yasir Arafat, Isaac Rabin y el ministro de Exteriores israelí, Shimon Peres, el premio Nobel de la Paz. Un segundo acuerdo (Oslo II) sería firmado en 1995.

Desde ese momento el gobierno de Israel reconocía a la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) como “representante del pueblo palestino”. A su vez, la OLP reconoció a Israel como Estado.

Los Acuerdos de Oslo otorgaron un autogobierno a los palestinos sobre sus zonas urbanas y dieron lugar a la creación de la Autoridad Nacional Palestina (ANP).

La ultraderecha inició una intensa campaña de odio.  Las calles de las ciudades israelíes, se llenaron de carteles con la imagen de Rabin con la kufiya (el pañuelo palestino) en la cabeza, o con el uniforme de las SS.

En Palestina, Hamás por su parte, mantenía un desacuerdo con la decisión de Arafat, lo que convenía a la ultraderecha, y había iniciado una campaña de atentados suicidas en territorio israelí, que empeoraba la situación.

Ante este contexto, Rabin reunió a más de 100 000 personas en Tel Aviv en un acto en defensa de los acuerdos de paz. El primero ministro se dirigió a los congregados:

“Fui militar durante 27 años. Luché cuando la paz no tenía posibilidades. Creo que ahora las tiene, y muchas. Debemos aprovechar esto en nombre de todos los que están aquí presentes y en nombre de los que no están aquí, que son muchos. Siempre creí que la mayoría de la gente quiere la paz y está dispuesta a asumir riesgos por la paz”.

El público emocionado comenzó a cantar “Shir LaShalom” (“Canción por la Paz”). Con las voces de fondo, Rabin bajó del escenario, un hombre llamado Yigal Amin, se le acercó por la espalda, sacó una pistola y le disparó dos veces ante la muchedumbre consternada.

En varias zonas de Israel, los militantes del ultranacionalismo salieron a celebrar. Pocos días antes del atentado, un joven de 19 años había aparecido en la televisión con el emblema del auto de marca Cadillac de Rabin, que como parte de una turba había arrancado del vehículo durante una protesta contra los acuerdos.

“Llegamos a su auto y pronto llegaremos hasta él también”, amenazó. Se llamaba Itamar Ben Gvir, hoy es el ministro de Seguridad Nacional de Israel.

La muerte de Rabin permitió a la derecha israelí ascender al gobierno, cuando un año después Benjamín Netanyahu ganó por estrecho margen las elecciones frente a Shimon Peres.

El asesino de Rabin, Yigal Amir, alegó que disparó contra el primer ministro “por entregar su tierra y su pueblo a los enemigos”. Nunca se arrepintió y aun hoy cumple cadena perpetua en una cárcel israelí.

Los negociadores no habían aún empezado a tratar las partes más complicadas del acuerdo, como los futuros límites que tendría el Estado de Palestina, el regreso de los refugiados, el estatus de Jerusalén o los asentamientos judíos en los territorios palestinos.

El último esfuerzo sincero por lograr la paz fue en 2008, entre el primer ministro israelí Ehud Olmert y el presidente de la ANP, Mahmud Abbas. Pero se vio frustrado por un nuevo ascenso de Netanyahu.

Desde entonces no se ha producido ningún otro acercamiento. Por el contrario, las escaladas de violencia han desembocado en las agresiones de 2021, y las recientemente, la iniciada el 7 de octubre de este año, y que aún se encuentra en curso.

La memoria de Isaac Rabin queda como símbolo de la posibilidad de que la paz entre el pueblo de Israel y Palestina puede llegar a ser una realidad. El día de su muerte, en el bolsillo de su camisa se encontró una hoja de papel con la letra de la “Canción por la Paz”, empapada en su sangre.

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