Por: Yordany Lugo López
Cae derrotado Cuba en el debut del Clásico Mundial con una pobreza ofensiva alarmante.
Un barco fantasma lleno de holandeses surca el estadio en Taipéi de China. Nos traen malos augurios y el presagio puede ser nefasto. Comienza el choque a las 11:05 pm y la embarcación europea emite una luz sobrenatural que ciega a los piratas cubanos.
Hoy no va a ver asalto sorpresa, con apenas tres cañonazos resulta irrisoria la fuerza de la armada cubana. Tuvimos nueve oportunidades para resarcirnos del embrujo, pero qué va, la caballería nuestra está con los bates dormido, condenados a vagar eternamente en el puerto del fracaso ante los Países Bajos.
Con un gallo lanzando espuelazos de 98 mph, Yariel Rodríguez lanzó cuatro entradas a base de 6 cafés con leche y apenas permitió dos incogibles y una carrera limpia. En ese trayecto, con las bases llenas, el receptor Quintana falló y no anotamos carreras después de recibir tres boletos.
Mujica impulsó las dos carreras del juego, anotadas por el santiaguero Guibert, ellos repartieron un doblete cada uno y llevaron el peso ofensivo del equipo. Ahora mismo, la avispa tiene que jugar sí o sí.
De nada nos sirvió salir delante en el choque, la ofensiva cubana estuvo insípida. El capitán de la nave, Johnson, era incapaz de mover sus piezas con una parsimonia sorprendente. Sí no mueves el banco y traes bateadores emergentes sueltas de antemano la espada, regalas algo más que la iniciativa, como diría el Gabo: crónica de una muerte anunciada.
Los serpentineros trabajaron correctamente las conexiones que nos derrotaron. Eran a bate quemado, con poca fuerza, pero encontraban el hueco. Todo rompía a favor del reino europeo, Onelki García cargó con el revés al cargar con dos carreras limpias en su cuenta a la altura de la sexta entrada del choque, relevado por Viera. Luego, Romero y Moinelo hicieron una excelente faena.
El oficio de los bateadores tulipanes que aprovechan los pequeños detalles, con un hit de oro de Josh Palacios y luego de Chadwick Tromp, que remolcó dos y abrió el encuentro.
El equipo cubano estaba tenso, con mucha presión y poca alegría en el banco. Nuevamente el bateo en la palestra pública como nuestro talón de Aquiles. No existen recetas mágicas para darle a la bola, aunque las necesitamos. El otro tubey lo pegó Luis Robert después de haber recibido tres ponches de manera consecutiva.
De los que se fueron en blanco, “El Grillo” fue el único que le dio en la cara a la pelota. El partido deja muchas lecturas y desnuda muchas carencias de la selección cubana. Guibert tiene que jugar, Quintana no está en buena forma y hay que emplear más la velocidad en función de la ofensiva para fabricar carreras.
“El deporte trata de gente que pierde, vuelve a perder, y pierde una vez más”, diría Talese.
Toca levantarse y ganar lo que resta de torneo para aspirar a la segunda fase. Este cronista en el extrainning de la madrugada, con sueño, cree que es posible quitarse el amargo sabor de la derrota.