El equipo de Cuba cayó por segunda jornada consecutiva en el V Clásico Mundial de Béisbol, luego de ceder en entradas extras, 6 carreras por 3, frente a Italia. Una vez más la ofensiva quedó a deber, mientras el bullpen sucumbió en los compases finales. El panorama de la Mayor de las Antillas, respecto a la clasificación, luce en tonalidades oscuras.
Por: Gabriel Manuel Peña Ramírez.
Viejos fantasmas persiguen a la selección cubana que participa en el máximo evento de naciones del deporte de las bolas y los strikes. Una anímica producción ofensiva, con nueve corredores dejados en base, condenaron a los caribeños en la segunda presentación y los deja mal parados de cara a la posible clasificación.
Luego del descanso en la fecha de estreno, Mike Piazza no escatimó potencialidades de su staff para trabajar a Cuba en un duelo con mucho en juego. Por ello, un curtido en mil batallas, ex Grandes Ligas, Matt Harvey resultó el encargado de mover los hilos del desafío desde el box. El “Caballero Oscuro”, como se le conoce a Harvey en el ámbito de MLB, transitó cuatro innings, donde apenas padeció el susto de par de imparables.
En el tercer capítulo, Yadir Drake encontró la brecha de una alineación especial a la defensa para adjudicarse imparable, en tanto, Yadil Mujica también tachó el casillero de jit con sólida línea para la banda contrario. En instante de decisiones, Armando Jhonson apeló al toque de bola para acercar a home las posibles anotaciones y situar en el cajón de bateo a la artillería de mayor renombre. Sin embargo, en Taiwán asistió un mal presente en los últimos tiempos para la franela de las “Cuatro letras”; al no aparecer el batazo en el momento clave, y las aspiraciones quedaron en cero, tras los fallos de Yoan Moncada y Luis Robert Jr.
Roenis Elías, inmenso desde la lomita, figuró un martirio para los mediterráneos, pues limitó el accionar de sus maderos a dos imparables, con tres ponches y un boleto en cinco episodios. Con la paridad en la pizarra, el zurdo completó el límite de lanzamientos, por lo cual concluyó su actuación en la primera fase.
Con cañonazo a la pradera central, Alfredo Despaigne recibió de mala manera al relevo italiano. Yoennis Céspedes y Erisbel Arruebarrena le imitaron en cuanto a la cifra de lances, pero adolecieron de un desenlace diferente.
Una imagen endeble acompañó la efímera labor de José Ramón Rodríguez, quien toleró un indiscutible hacia cada jardín, el segundo de ellos con una velocidad de salida alrededor de las 100 millas. A su rescate apareció en escena Naykel Cruz. Pese a permitir el arribo a la “registradora” de una carrera, solventó la entrada con precisión de cirujano y disminuyó las dolencias, en un quinto acto que tenía pronóstico de gravedad.
Acompañado de un mismo gesto: llevarse las manos a la cabeza, la afición de Cuba, en cuestión de segundos, pasó de celebrar un engarce salvador a la amargura de la desdicha cuando la pelota, veleidosa como siempre, saltó del guante de Céspedes para encontrar el camino de Roma, además de la ampliación (2×0). Las imágenes de archivo rememoraron un hecho similar, con el mismo involucrado, en torneos precedentes.
La suerte acudió a su cita con el séptimo inning, para beneplácito de los caribeños, la conexión de Arruebarrena esquivó la anatomía del jardinero central y acabó en el fondo del terreno, mientras el “Grillo” arribaba a 90 pies del home plate. Lorenzo Quintana rodó la pelota a territorio seguro para concretar la primera “rayita”.
En el papel, según el análisis especializado, el bullpen que maneja Jhonson constituye uno de los de mayor nivel en el certamen, aun así el estratega prefirió prolongar el trabajo de Liván Moinelo. El desempeño del pinareño, desde diferentes aristas, descendió al punto de soportar un sencillo y conceder un boleto. Raidel Martínez apagó las llamas con una demostración de coraje y talento.
Las pulsaciones se aceleraron con la combinación de biangulares de Despaigne y Arruebarrena para emparejar el pulso en las cercanías del out 27. No obstante, las emociones decayeron tras la debacle del décimo, a causa del rally de cuatro anotaciones que encarriló el éxito hacia los representantes del Viejo Continente. En el recuerdo quedará el primer jit del inning del caos, luego de continuar el viaje a lo inalcanzable a escasos centímetros del pitcher. Tal vez estas líneas giraran en otra dirección, pero de nada sirve lo que pudo ser y no fue.
Sin la coordinación idónea, Luis Robert remolcó la tercera. La sonrisa encontró cabida en el rostro de Matt Festa, mientras el revés vistió a Raidel Martínez.