Que por primera vez la Academia premiase un filme en idioma extranjero, es ya de por sí algo insólito. Parasite vino a ser esa suerte de milagro en los Oscar, también reconocida en las categorías de Mejor Película Extranjera, Mejor Guion Original y Mejor Director.
Pero este largometraje ya venía triunfando en certámenes como Cannes, donde obtuvo la Palma de Oro, en los BAFTA y en los Independent Spirit Award con el galardón a Mejor Película Extranjera.

Y es que esta propuesta fílmica sorprende desde su comienzo, resulta una mirada cruda a la realidad de las clases bajas surcorenas, en contraste con la clase media alta.
Desde el humor negro, la sátira y la teatralidad, Parasite nos atrapa con diálogos necesarios, donde se advierte la discriminación y la burla contra los menos privilegiados, en parlamentos como cuando mencionan el “olor desagradable a pobre”.

A su vez, esa clase baja se aprovecha de los ricos, en una relación de mutua ventaja, donde el parásito vive de su contratador, pero se ve cosificado.
Bon Joon-ho sorprende con un filme violento, crudo en reflejar las diferencias sociales y las discriminaciones, aun si lo hace a través de la sátira y el humor negro.

Parasite es bizarra y tiene un plot twist demente. Parasite se te adentra con furia; es una sátira social incómoda pero necesaria.