Un innovador estudio científico revela que los fragmentos tóxicos de ADN pueden ser los desencadenantes de la enfermedad de Parkinson.

El ADN mitocondrial dañado se identifica como el factor principal que pone en marcha una reacción en cadena, propagando la enfermedad a otras regiones del cerebro de manera similar a una infección.

Un equipo de científicos de Dinamarca y Alemania ha realizado este descubrimiento revolucionario, sugiriendo que los análisis de sangre podrían detectar el ADN mitocondrial dañado, convirtiéndose en valiosos biomarcadores de detección temprana para la enfermedad de Parkinson.

Según el biotecnólogo Shohreh Issazadeh-Navikas, de la Universidad de Copenhague, “por primera vez, podemos demostrar que las mitocondrias, que son las productoras vitales de energía en el interior de las células cerebrales, especialmente las neuronas, sufren daños que resultan en alteraciones en el ADN mitocondrial”.

Este hallazgo es de suma importancia, ya que proporciona una comprensión más profunda de los mecanismos subyacentes de la enfermedad de Parkinson. Se sabe que esta enfermedad neurodegenerativa se caracteriza por la pérdida de células cerebrales que producen dopamina, lo que conduce a síntomas motores y cognitivos debilitantes. Sin embargo, hasta ahora, se desconocían los eventos específicos que desencadenan la progresión de la enfermedad.

Al identificar el ADN mitocondrial dañado como un factor clave en el proceso de propagación de la enfermedad de Parkinson, se abren nuevas oportunidades para desarrollar métodos de detección temprana y, potencialmente, tratamientos dirigidos a proteger y reparar las mitocondrias dañadas.

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