La Isla tiene críticos potenciales, pero no una práctica cotidiana de este ejercicio.
Hay críticos, críticos potenciales, personas con la capacidad, con el conocimiento, con las credenciales para ejercer la crítica literaria en Cuba… pero no hay un ejercicio cotidiano de la crítica. No hay sistema de la crítica literaria en el país, como tampoco existe en otras manifestaciones del arte.
Es significativo que se cuente con un amplísimo sistema de encuentros y estudios literarios, con énfasis en acercamientos teóricos e historiográficos a la literatura, a la creación, a sus vínculos con la cultura y la sociedad; es significativo que cada año se gradúen profesionales en varias universidades del país, especializados en filología y otras humanidades; llama la atención que, incluso ahora en tiempos de evidente contracción, se publiquen cada año novelas, ensayos, cuadernos de poesía, en editoriales nacionales y territoriales… y que no haya un acompañamiento periódico de la crítica.
Más allá de las reseñas en ciertas publicaciones especializadas y el trabajo de algunos promotores, apenas se publican comentarios sobre literatura en los medios de comunicación.
Esa carencia incide en los esquemas de socialización de la cultura. Incide también en la creación, porque la crítica establece, o debería establecer referentes para los escritores. Pero sobre todo influye en las maneras en que el público accede a la literatura. La crítica debería contribuir con la formación de los lectores y aportar elementos para una jerarquización coherente de la producción literaria, que es esencial para los estudios académicos.
Si hay personas que pueden ejercer la crítica, si hay espacios para la crítica, si hay necesidad de la crítica, ¿por qué no se ejerce con regularidad? Primero que todo, hace falta crear conciencia entre especialistas y decisores de la importancia de esta disciplina, consolidar estrategias funcionales para garantizar su presencia y rescatar la cultura de la crítica, que alguna vez existió.
El oficio del crítico suele ser ingrato, pero es consustancial a la creación literaria, más ahora, cuando han cambiado referentes y esquemas de acceso a la literatura, que ameritan acercamientos novedosos. La academia, las organizaciones de creadores, los propios intelectuales pueden hacer más. Pero tienen que hacer más los decisores de los espacios para la socialización de la crítica, porque no parece lógico que sean los críticos quienes tengan que tocar las puertas de los medios de comunicación para proponer sus servicios.
Una versión de este comentario se transmitió en el Noticiero Cultural de la Televisión Cubana.
(Tomado de CubaSi).