El Barça tiene a todos sus seguidores hundidos en la pena. Cada cita europea medianamente importante o cualquier enfrentamiento ante un equipo de una calidad probada le da un baño de cruda verdad al barcelonismo. La cacería de brujas para encontrar los culpables se diluye entre un gran listado de nombres y mientras tanto, la temporada culé parece que se va en blanco, sin títulos, un año más.

Como un lastre, la plantilla arrastra las grandes humillaciones de los últimos años con las debacles de Roma, Anfield y Lisboa aun sangrando en la memoria de aficionados y jugadores. Recientemente el PSG ha hurgado en la herida, estampándole un 4-1 en pleno Camp Nou, y los focos de la crítica han ido a parar sobre Messi y Koeman.

Pero realmente, más allá de reprochar el mal partido del crack argentino y los caprichos del entrenador, hay que tener en cuenta que hablamos de un club con años de mala gestión que han terminado por echar a la basura el prestigio conseguido en la era dorada.

Fichajes sobredimensionados de jugadores que no estaban al nivel requerido por el equipo se hicieron cada vez más habituales. Dejaron marchar a Neymar por 222 millones de euros y gastaron una cifra superior en dos futbolistas que han pasado totalmente desapercibidos: Dembélé y Coutinho.

Lo llamativo es que a la lista podemos añadir un sinnúmero de contrataciones fallidas como las de André Gomes, Yerry Mina, Nelson Semedo, Lucas Digne y otros. De ese tipo de futbolistas rodearon a un Messi que cada vez puede menos solo, porque Busquets, Alba y Piqué ya no pueden nada.

Gastar en exceso y recuperar poco ha sido la tónica de esta década en el Barça, que por demás, fue capaz de ofrecerle un astronómico contrato a Messi, para para la mayoría inexplicable, a pesar de los ingresos que pueda generar el jugador.

Ante un contexto tan adverso y una realidad económica que asusta, la respuesta al futuro parece estar en los jóvenes. Es una realidad: no hay dinero para fichar y Koeman ha echado mano a lo que tiene a su alcance. El técnico necesita tiempo, pero el club debe hacer real esa renovación de plantilla que maquillaron con las salidas de Arturo Vidal, Iván Rakitic y Luis Suárez, algunas de estas totalmente descabelladas.

Confiar en la juventud y hacer caja para redondear el grupo pasa por vender jugadores. Coutinho, Dembélé, Griezmann, Braithwaite, Firpo y Pjanic son algunos de los nombres que pudieran pensarse, mientras que Koeman debe tomar conciencia de que con Alba, Piqué, Lenglet y Busquets no puede contar para citas de máxima exigencia, pues la actuación ante el PSG lo dejó totalmente demostrado, por si todavía quedaban dudas.

Muchos optan por echar a Koeman del banquillo del Barça, pero, si bien resulta cierto que en otro momento la cabeza de quien estuviera al frente ya hubiera rodado, existe una situación extraordinaria y con un equipo que no está para aspirar a ganar nada. Sencillamente la nómina es inferior a la de las grandes potencias europeas. Los jóvenes De Jong, Pedri, Araújo, Dest, Mingueza, Puig y Trincao necesitan tiempo… Koeman también.

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