En España, 1369 afrodescendientes –mayores de 16 años y residentes en el territorio– respondieron una encuesta del Ministerio de Igualdad. De ellos, el 47 por ciento nació en el país y, sin embargo, solo un poco más de la décima parte se sienten españoles.
Entre las opiniones que reveló el informe, sale a relucir que ser negro resulta un catalizador para que te identifiquen con ser pobre; que ser negro es, a los “ojos”, estar dispuesto a prostituirse o que en algún que otro bar no te quieran servir. Ser negro, sobre todo, significa no ser de España.
Hay agravantes a la hora de ser negro. Negro con agravante de pobreza. Negro con agravante de de ser mujer. Negro con agravantes de ser mujer y pobre.

De acuerdo con la agencia EFE, nueve de cada diez afrodescendientes en la nación ibérica consideran que, en los últimos años, la discriminación ha aumentado.
Este domingo, el secretario general de la Organización de Naciones Unidas, Antonio Guterrez, especificó que el racismo resulta un mal de carácter globalizado, que trasciende generaciones y contamina sociedades.
El Papa Francisco lo comparó con un virus que muta fácilmente, especialista en aquello de esconderse en las falacias de la desaparición, la inexistencia…
El mundo cae una y otra vez en la estafa de las razas puras. Los del la cuenca del Mediterráneo, gran laboratorio del mestizaje durante milenios –diría el gran escritor–, se estafan a sí mismos constantemente.
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El «postureo» estadounidense en la política internacional sigue regalando «joyas». Ya en el barrio mundi los acere de la esquina se llevaron las manos a la cabeza y exclamaron cuando Biden llamó públicamente a Putin «asesino» y dijo que pagaría las consecuencias.
El vecino majadero que vive a medianía de cuadra, Erdogan, ya se paró al balcón y, haciéndose el fino, dijo algo como: «¡Qué cosa, tú! Esa declaración es inapropiada para un jefe de “familia”». Luego miró para la acera del frente y le gritó a Putin: «Vecino, es así… Tú sigue calma’o que no pasó nada. Está inflando».
El ruso sonríe y le levanta el trago de ron, a modo de brindis.
Lloyd Austin, secretario de Defensa de la casa «bideniana», fue a jugar playstation a la casa de su homólogo indio y, según las malas lenguas, se acomplejó –quizás iba perdiendo– y se paró en medio de la sala a gritar: «Dice mi papá que si les compran los sistemas antiaéreos S-400 a los rusos –5 400 millones de dólares mediante– se va a fajar con ustedes».
Nada, que el tío Joe sigue tropezando cada vez que va a subir la escalerilla del avión.