Zoila no sabe lo que es vivir en soledad; nunca ha estado sola del todo y jamás lo estará. Ha dedicado toda una vida a una de las causas más justas y nobles que existen: la animalista. Zoila ríe sin pena y llora sin miedo; alguna lágrima imprudente se escapa cuando recuerda los años ganados en esta labor. El tiempo no se ha esfumado, ¿cómo pueden perderse si se ha obrado bien?
Flores rosas, hierba fresca y cuidada, gatos correteando y el Sol candente es el panorama reflejado por el portal de Zoila Portuondo Guerra. La puerta abierta y la pequeña reja de madera. La sala y Galadriel, una perra de 14 años que lleva su nombre en honor a la elfa del clan Noldor en el Señor de los Anillos.
«Gala está enferma, tiene sinusitis y, además, extraña a su hermano Tintín», dice. Tintín tenía 17 años cuando falleció en el pasado mes de diciembre. Gala no es la única que lleva luto por la pérdida de este perrito; también era familia cercana de Zoila.
Sobre el televisor y la mesita pequeña de madera, que coexisten con el resto de los objetos del salón, hay focas, búhos, lagartos, patos, caballos, burros y once perros de distintos tamaños y colores. Un cuadro exhibe un caballo azul con una crin amarilla y siluetas violetas. ¿Qué rara creación?
_ Lo dibujé y pinté yo -dice Zoila sorprendida.

Dejo de mirarla como la animalista consagrada y excelente escritora, ahora es más que eso, aunque es mucho decir, grande siempre ha sido; me enteré que dibuja y escribe poesía que nadie ha tenido el placer de leer. Zoila, la artista de esperanzas.
«Yo no concibo mi vida sin tener animales alrededor»
No es solo tenerlos, es luchar por ellos; una vida de entrega deja al descubierto las proezas de una señora soñadora y amante de la vida misma.
_ ¿Cómo fue su infancia?
_ Feliz, tuve una infancia feliz -contesta como quien puede guardar secretos por tantos años que nadie imaginaría todo lo vivido.
Zoila Portuondo Guerra llama felicidad a esa niñez rodeada de animales en casa de sus padres. Su progenitor, amante de los animales, no dejaba de atenderlos y llevarlos para el hogar. «Llegamos a tener hasta un mono», afirma la habanera nacida en 1952.
Si escribiésemos una biografía de esta eterna cubana deberíamos mencionar que se licenció en los años setenta en Historia del Arte, que ha sido guionista y asesora de programas radiales, que trabajó en el Palacio de los Pioneros, también ejerció como correctora en la Editorial Letras Cubanas y que laboró como analista e instructora cinematográfica en el Archivo Fílmico del Instituto Cubano del Arte e Industrias Cinematográficos (ICAIC).
Pero pocos conocen que estudió Historia del Arte porque le tocó vivir en una época donde no existían muchas opciones y esta era la más «potable»; a Zoila le hubiese gustado cursar antropología, arqueología o biología marina.
Es incapaz de releer o mostrar una novela que escribió para la Cadena Provincial de Radio sobre Plácido. «No me atrevería ni a mirarla. Con la cultura y la preparación que tengo ahora la hubiese escrito mejor o, al menos, diferente», asevera.
Tampoco conocen que, en una ocasión, mientras trabaja en el ICAIC salió con una lata de comida para alimentar a una perrita de la zona y una compañera de trabajo le preguntó cómo no le daba vergüenza caminar por la calle con una lata para alimentar a un animal. «Más vergüenza me daría tener las posibilidades de ayudarlo y no hacerlo», le contestó Zoila.
Hace muchos años el movimiento animalista cubano no existía tal y como lo conocemos ahora. No obstante, siempre han estado presentes los animalistas; lo rescataban, curaban y daban en adopción de manera independiente. Zoila era una de esas personas.

«Muchas veces esto se hacía bajo la burla, la sociedad no estaba preparada para esta tarea». Zoila recuerda las miradas de escarnio cuando, con un amigo, sacaba de la basura un gatico con la médula fracturada. Antes se hacía muy difícil, había recursos, pero menos conciencia; las cosas se han revertido.
«Durante 20 años estuve en el mundo de los perros de raza. Fui fundadora de la Federación Cinológica de Cuba (1987) y tenía muchos perros. Hay un concepto muy equivocado sobre la crianza de los perros de raza porque eso se mezcla con el negocio; sin embargo, la cría de perros de raza constituye una ciencia y un arte». Lo cierto es que lejos del concepto actual se cría para mejorar la raza no para vender.
Siendo criadora recibe varias cartas preguntando por el bichón habanero. La curiosidad hizo que Zoila comenzara a investigar sobre esta raza de perro. El bichón habanero es la única raza de perro totalmente cubana. Conociendo la difícil situación de estos perros en el país, Portuondo funda el Club Bichón Habanero dedicado a rescatar la raza.
Mike fue un bichón habanero tan simpático que se apoderó de la pantalla chica a través de la serie infantil Tato y Carmina. Blanco, peludo, chiquitico, gracioso, juguetón, cariñoso y leal, así lo recuerda Zoila, quien los crió hasta que Ángel Alderete lo adoptó. Mike llegó a la vida de esta animalista cuando una señora llorando, al tocar su puerta, le da un ultimátum, «mi esposo me dijo que era el perro o yo».
En 1987 Zoila estuvo en la creación de la Asociación para la Protección de Animales y Plantas (ANIPLANT). Pese a la presencia de ANIPLANT -que no ha estado abierta al público debido a la Ley de Asociaciones del país- se necesitaba aunar fuerzas para ayudar a los animales. Con este objetivo, nace PAC, Protección de Animales de la Ciudad y Zoila estuvo ahí. «PAC resultó una explosión, en nada tenía más de dos mil voluntarios», explica la entrevistada.
Además, Zoila fungió como jueza de exposiciones caninas. Organizó algunas, a la memoria le viene Exposición Canina 91, 94 y 96. «Ya no acudo a verlas».
Zoila siente una gran pasión por investigar. Entre libros, anécdotas e historias escritas llega al Día del Perro y junto a ANIPLANT, con Nora García al frente, celebran esta fecha en 1994. «No sabemos exactamente si es el segundo domingo de abril por la muerte de Jeannette Ryder que falleció un 10 de abril o por otra razón. Nosotros, simplemente, decidimos unir los dos criterios».

Con una peregrinación al Cementerio de Colón se rescató esta fecha. Dicen que las palomas blancas volaron más alto que nunca; segura de que volaron sabiendo la larga lucha que se avecinaba.
Si revolucionario fue considerado la marcha también lo es bendecir a un perro. «Esto se hace en el mundo entero», aclara. Sin embargo, en los años 90 y en Cuba, era un acto revolucionario que un cura cubano acudiera a una actividad para bendecir a animales.
«Cuando uno ha vivido mucho tiene mucho por contar», dice Zoila aunque sabe que no lo ha contado todo. De acuerdo con ella una de las cosas más importantes de su vida y de su labor animalista ha sido participar en la creación de un Proyecto de Ley de Bienestar y Protección Animal.
A petición de PAC, Portuondo escribe una fundamentación sobre la necesidad imperiosa que poseía el país de crear una Ley de Bienestar y Protección Animal. «La persona encargada de recibir mi fundamentación se despistó y el texto terminó en Facebook».
El abogado Alan González Consuegra decide contactar a Zoila para enmarcar dentro de los parámetros legales la idea inicial. Así surge una amistad poderosa, una alianza inteligente y el primer proyecto de ley.
Cuatro años, algunos males de salud, mucho esfuerzo, investigación, estudio, encuentros bajo presión y constancia. El proyecto fue presentado ante «la comisión encargada de redactar la nueva Ley de Leyes hace unos años atrás, luego salió en la Constitución de otra manera» y no fue hasta en abril del 2019 que Zoila y Alan escucharon los rumores de la conformación de un Decreto-Ley de Bienestar Animal.
Ambos le hicieron llegar su propuesta al ministro de la Agricultura. «Creo que han tomado y tomarán muchas ideas de nuestro trabajo, no fue en vano, eso lo sé»
Dicho proyecto de ley fue enviado a muchas personas, no obstante, la única que respondió fue Eusebio Leal. «Si él no hubiese estado enfermo estuviera al frente del Decreto-Ley», asegura Zoila.
«Ya no tengo las fuerzas de antes, pero defiendo mi postura desde la escritura». Zoila escribe y puede hacerlo de cualquier tema, lo hace con el corazón, la razón y la firmeza de que necesitamos un cambio urgente si de bienestar animal se trata.
Ha publicado cuatro libros, aunque reconoce que hay más pendientes y otros sin concluir o iniciar. El Bichón Habanero/ Toy Havanese (1994) constituye la primera investigación sobre esta raza canina de origen cubano; El Bichón Habanero (2001) publicado por la editorial Hispano Europea; ¿Qué sabemos de perros? (2012) de la Editorial Gente Nueva y El perro: naturaleza y cultura (2016) de la Editorial Científico-Técnica, en este ejemplar se muestran algunos mitos y realidades de los perros, así como las clasificaciones de las razas caninas y datos sobre las exposiciones de perros.


En el 2012 escribí para el blog Haciendo Almas. Creé como un nicho titulado “Arca de Noé”, donde publicaba temas relacionados con el bienestar animal. Desafortunadamente, nadie me siguió y siendo sola no me sentí estimulada. Hoy día, colaboro con Cubanos en Defensa de los Animales (CeDA). Ah y Javier Larrea me ha pedido que escriba algo para El Refugio -detalla.
Parte de un todo
«Yo no me siento separada del medio ambiente, soy una parte simplemente», alega Zoila. Dicen que las personas sensibles llegan a sentir más allá de lo obvio, de lo que percibimos. Zoila es una de esas personas. Alegre, triste, optimista, angustiada, indecisa o exaltada, la señora se conversa con sus plantas. Las mima, las riega, les cuenta los pesares y los días triunfales.
«Si el ruido afecta al medio ambiente, ¿cómo no lo hará la violencia» y ella sí no es partícipe de ninguna cadena de violencia y la mejor manera de demostrarlo es que Zoila es vegetariana. Desde que leyó el artículo “Los comedores de cadáveres” cambió su forma de alimentación. Hace más de 20 años dejó de comer carne.
_ Tenía unos amigos que pescaban y mientras lo hacían, yo devolvía al mar a sus víctimas -cuenta Zoila Portuondo.
A veces sus familiares llegan a burlarse de ella. Es difícil, lo sabe y no puede ocultarlo. Pero se llama convicción y entrega. «Hace poco alguien en Facebook me reprochaba que no fuera vegana alguien como yo, que defendiera tanto a los animales. ¡Yo no sé ser vegana! Es más complicado aún. Por eso lo escribí que, si me enseñaba a hacerlo y cambiar mi alimentación, con gusto lo hacía», expone.
«Somos una sola familia: los animales, las plantas, los humanos, el planeta» Zoila pide perdón cada vez que le sirve la comida a sus animales. «Uno no se imagina lo consciente que se vuelve cuando comienza a investigar y conocer este mundo. Donde quiera que haya un animal hay maltrato».
¿Quieres saber de razas de perros? Pregúntale a Zoila. ¿Quieres saber de criadores en Cuba? Habla con Zoila. ¿Quieres saber de la historia cubana? Conversa con Zoila. ¿Quieres saber de la vida? Charla con Zoila.
Zoila Portuondo se convirtió en la salvación de varias personas y, claramente, de otros tantos animales. Zoila dice que el Apóstol, José Martí, es su guía moral y el «alma de Cuba». Martiana al fin, usa al Héroe de la República para sustentar sus trabajos: «es que Martí habló de todo y lo hizo con propiedad», dice.
Pero Zoila también habla con propiedad y con pasión desmedida cuando explica la necesidad de bases legales que respalden los derechos de los animales, cuando cuenta la historia del bichón habanero, cuando asegura que escribir es su salvación, cuando define al medio ambiente y se revela contra la violencia en todas sus manifestaciones.
Hoy puede que exista una muchedumbre de jóvenes cubanos luchando a favor del bienestar animal, agradecidos estamos todos; no obstante, esa misma labor la llevaban a cabo disímiles personas desde hace mucho tiempo, en silencio, a solas, armando puentes, vías, erigiendo alianzas y formando conciencia, así estaba Zoila, haciendo a Cuba.

Nota: fotos cortesía de la entrevistada.
Agradecida de tenerla con nosotros y que bueno, que justo se haga un poco de historia, en efecto esta lucha va más allá del tiempo, de las cámaras y los protagonismos,,,,, esta batalla es añeja y silenciosa en su origen, si lo sabre yo hija de protectora, he visto a mi madre renunciar a casi todo por verles sanos y felices, hacerle un espacio en casa y ver su recuperación no tiene precio!